OCHATE, el llamado pueblo maldito

OCHATE, el llamado pueblo maldito

10 octubre, 2014 1 Por Juan Carlos

Ochate es, o mejor dicho fue un pequeño pueblo del condado de Treviño del que hoy apenas quedan ruinas. Paradójicamente, a día de hoy, Ochate es un pueblo muerto con una leyenda muy viva, pues siendo un pueblo borrado casi del mapa, es cuando este enclave es más conocido a nivel nacional debido a su trágico pasado y a las misteriosas historias que de él se cuentan.

Llegar es bastante “fácil” o debería serlo, ya que mi experiencia personal no ratifica esta teoría. La curiosidad por conocer este lugar me llevó a desviarme de la ruta camino a Francia un 13 de Septiembre de 2013. Poco antes de entrar en el condado de Treviño, hizo aparición una intensa niebla, ¡¡perfecto!! pensé, esto le dará un toque más misterioso al reportaje fotográfico.

Llegue a Uzquiano y tomé el desvío hacia Imiruri. Atravesé el diminuto pueblo y aparqué ceca de una granja. Una vez aparcado el coche cogí el material necesario y me puse en marcha. La niebla se cerró por completo limitando mi visión a unos pocos metros. Comencé la subida al pueblo y después de 30 minutos me di cuenta de que algo iba mal, el pueblo no podía estar tan lejos, en las fotos se apreciaba a groso modo la distancia. No obstante, continué subiendo y conseguí dejar atrás la niebla. Desde lo alto podré orientarme mejor -pensé-. Claro está, que si desde el interior de la niebla no tenía visión, desde lo alto de la montaña la niebla aparecía como una alfombra que lo cubría todo y no había forma de localizar las ruinas.

Luego caí en la cuenta, una de las leyendas de Ochate habla de como en este lugar una densa niebla surge de repente limitando la visibilidad por completo, haciendo que muchas personas se hayan perdido o desorientado durante varias horas. Yo lo estaba viviendo en mi propias carnes.

Aproveché para sacar unas instantáneas sobre el entorno paisajístico y en particular de las formaciones telosas que cubren la vegetación, así como de las inmensas telas de araña perfectamente tejidas, donde monta guardia una llamativa araña de cuerpo amarillo y negro.

Decidí pues regresar al punto de partida para retomar el camino correcto. Cuando llegué a la parte baja de la montaña, inicié una búsqueda aleatoria hasta que localicé, eso si, 1 hora y media más tarde, el camino correcto. Es como si la niebla quisiera impedirme visitar este lugar.

Por fin aparecen las primeras casas en ruinas que me indican que he llegado. Junto a los restos de una casa convertida en un montón de piedras visualizo una imagen aterradora. El cadáver de una oveja en avanzado estado de descomposición me advierte, la muerte, sigue presente en Ochate. Y es que si algo le ha dado fama a este pueblo es su trágico pasado.

Las primeras referencias sobre este enclave nos conducen hasta la edad media, así aparece reflejado en 1134 en la Reja de San Millán, donde se menciona una población habitada por entre 15 y 20 personas, bajo el nombre de Goate. La siguiente referencia la encontramos en 1238 en la Nomina Calagurritana haciendo referencia al pueblo bajo el nombre de Chochat.

A partir de aquí el pueblo parece desvanecerse de la historia, pues durante un largo paréntesis de tiempo no hay datos ni menciones sobre la población. Es como si el propio pueblo se hubiese sumergido en la intensa niebla que tan a menudo lo envuelve y se hubiese ubicado en otra dimensión, lejos de los ojos del resto de los mortales. Al fin y al cabo, una de las muchas leyendas sobre este lugar es que está situado sobre una puerta que te transporta a otra dimensión. Casualmente los nombres que ha tenido la aldea a lo largo de los años tienen ese significado: Goate “puerta de arriba” (en Euskera puerta del frío) Otxate, “puerta de lobos” Ochate, “puerta de Gog” (Gog es un personaje bíblico del apocalipsis de San Juan) Es a mediados del siglo XVI cuando encontramos de nuevo un dato sobre esta aldea. En 1522 Ochate aparece como un pueblo vacío, totalmente despoblado, como un barco fantasma que reaparece en medio del mar sin saber que ha sido de su tripulación. No obstante, en los años posteriores, el pueblo volvería a repoblarse de tal forma que el aumento de la población dio pie a la construcción de su iglesia consagrada a San Miguel Arcángel y cuya construcción se sitúa entre mediados del siglo XVI y principios del siglo XVII. El antiguo pórtico románico de la iglesia fue trasladado a la iglesia de Uzquiano en 1964 donde puede verse hoy. Ya en el siglo XIX Ochate aparece en todo su esplendor siendo una de las poblaciones con más habitantes de la comarca llegando a contar sobre 1830 con más de 50 habitantes.

Otro vestigio de la importancia que llegó a cobrar Ochate fue la Ermita de Burgondo, que se encuentra en lo alto de la montaña, asentada sobre la roca montañosa, donde parece montar guardia sobre el pueblo. Consagrada a Nuestra Señora de Burgondo, su año de construcción no está muy claro y se atribuye al siglo XVII pero hay indicios que parecen indicar que su datación es bastante anterior.

La ermita llegó a pertenecer a la hermandad de hasta seis pueblos, Ochate, Uzquiano, San Vicentejo, Imíruri, Aguillo y Ajarte. El destino quiso que este pequeño templo tuviese su peculiar historia de misterio y como tratándose de un mal presagio, un trágico final. Un verano de 1947, durante una tormenta, un rayo cayó sobre la ermita dañando considerablemente el tejado y abriendo una fisura en la pared. Víctor Moraza, vecino de Imíruri, subió al tejado para valorar los daños producidos y entre los cascotes encontró un extraño medallón donde se representa la figura de La Purísima Concepción. El medallón fue restaurado por la Cofradía de Burgondo y se ha convertido un en objeto de culto ya que todos los 15 de Agosto se celebra una romería donde el medallón es llevado a las ruinas de la antigua ermita. Sobre este enlace encontraréis fotos espectaculares sobre el medallón en la actualidad.

http://www.ochate.com/medallon.htm 

La noche del 26 al 27 de Julio de 1983 se produjo un devastador incendio que arrasó la ermita por completo. Los daños fueron irreparables y su restauración se hizo inviable, lo que llevó a la ermita a convertirse en una ruina más de las que hoy podemos observar en este paraje.

Es a partir de aquí, cuando comienza a gestarse la historia negra y el trágico destino de sus habitantes. Se dice que en 1860 un brote de viruela se extendió rápidamente reduciendo considerablemente su población. Cuatro años más tarde, sería el tifus el que se propagase entre los aldeanos que apenas se habían recuperado de la plaga anterior. Por último la década maldita finaliza en 1870 con una epidemia de cólera. Según cuentan las leyendas, esta serie de epidemias acabaron con la población por completo, pero nada más lejos de la realidad, ya que entre 1885 y 1894 la población volvió a aumentar hasta contar con 40 habitantes. No sería hasta 1934 cuando su último habitante, un anciano llamado Eusebio abandonó su casa para irse a vivir con su hermano a Imíruri dejando a Ochate despoblado y dando pie a convertirse en lo que es hoy, un paraje ruinoso y desolado, adornado por los montones de basura que se acumulan por los alrededores dejada por aquellos indeseables que son incapaces de respetar nada.

Sea como fuere, las epidemias que asolaron Ochate no parecieron afectar a los habitantes de las poblaciones colindantes, quienes lo único que pudieron hacer fue acercarse hasta el pueblo para ayudar a enterrar los cuerpos de los aldeanos fallecidos. El pequeño cementerio adosado a la iglesia no dio abasto así que la mayoría de los cuerpos se enterraron en la vaguada lateral de la aldea. Sobre la ladera occidental, en un alto conocido como el Monte de San Pedro son visibles unas extrañas y diminutas tumbas excavadas en la roca. Se dice que estas tumbas fueron la utilizadas para enterrar a los vecinos de Ochate afectados por la epidemias, pero la realidad es que esta necrópolis parece ser muy anterior, y su origen se remontaría hacia el siglo X. Sobre esta necrópolis descansan los vestigios de otra ermita antigua, la de San Pedro de Chochat.

Tumbas de una necrópolis del siglo X excavadas en la roca de la ladera occidental.

Con el abandono de Ochate terminó la historia de un pueblo habitado y comenzó la historia negra del pueblo colocándolo el cartel de lugar “maldito”. A decir verdad, parece que el destino de Ochate ya estaba escrito con anterioridad, pues antiguamente, como si fuese una premonición, podía leerse una frase escrita sobre la Peña de Arrate que rezaba lo siguiente:

Que la peña de Arrate caiga y mate a todos los habitantes de Ochate.

El enclave maldito cobró fama a nivel nacional cuando un 24 de Julio de 1981, un joven de Vitoria llamado Prudencio Muguruza fotografía un extraño OVNI que se precipita sobre las ruinas de Ochate.

A partir de ese momento, se multiplican las historias sobre sucesos paranormales que cuentan los innumerables visitantes que son atraídos por el misterio. Se suceden los rituales espirituales, apariciones, avistamientos, incluso hay quien consigue grabar psicofonías en el interior de la torre de la antigua iglesia. Una extraña voz nos habla de “pandora”, ¿a qué se refiere? ¿acaso nos indica que de algún modo, alguien abrió la caja de pandora dejando salir las epidemias que arrasaron la vida de este lugar? Otra psicofonía nos grita “¿Qué hace la puerta cerrada? En el siguiente enlace podréis escucharlas.

http://elrincondeochate.blogspot.com.es/2009_02_01_archive.html

Pero lejos de las leyendas urbanas y de los hechos insólitos, Ochate se ha ganado a pulso el calificativo de maldito con historias tan reales y trágicas como la protagonizada por Alberto Fernández, un investigador cuya obsesión por este pueblo le llevó a estar convencido de que en este lugar se encontraba una puerta de acceso a otra dimensión. En 1987 Alberto fue encontrado muerto en el interior de su coche dentro de un cobertizo que se encontraba junto a la antigua iglesia. El cuerpo presentaba síntomas de asfixia y se llegó a la conclusión de que fue un suicidio, aunque las causas no están suficientemente claras.

El investigador Alberto Fernández

Otro estremecedor suceso fue el que aconteció un 28 de Enero de 1936 cuando un pastor llamado Jacinto Ramírez se presentó en el retén de Miranda de Ebro confesando ser el autor de un brutal asesinato. Jacinto compartía un corral en Ochate con otro pastor,Valeriano Trincado a quien disparó con una escopeta dejándolo mal herido y rematándolo después, golpeándolo brutalmente en la cabeza con un palo.

En Noviembre de 1868, el cura de Ochate, Antonio Villegas, desapareció misteriosamente y varias personas confesaron haberle visto por última vez cerca de la torre de la iglesia cuando se dirigía a la Ermita de Burgondo a por unos utensilios. El 20 de Agosto de 1970 fue un joven agricultor llamado Juan Peche quien desapareció sin dejar rastro, ese mismo día tuvo lugar un macabro descubrimiento, el cuerpo calcinado de otro agricultor, F. Amestoy, cuyo cadáver se encontraba en el sendero que conduce a la aldea.

En este lugar se han sucedido muchos otros sucesos insólitos como los innumerables testimonios que narran como en algunas ocasiones, al caer la noche, se hacen audibles unos extraños latidos. Personas que atestiguan haber visto seres extraños, objetos y luces brillantes sobre el pueblo o las interferencias e incomunicaciones producidas en aparatos de radio frecuencia etc…

Claro está que muchas de estas historias no son más que leyendas urbanas que se cuentan y se extienden como una pandemia, cuya veracidad queda muy en entre dicho, pero que duda cabe que el destino ha querido hacer de este enclave un punto mágico en nuestra geografía, capaz de atraer a cientos de personas cada año como si las entrañas de estas montañas estuviesen utilizando su poder para evitar que este lugar caiga en el olvido o como si el propio pueblo se resistiese a quedar borrado del mapa y de la historia, pues, Ochate es un pueblo abandonado pero no olvidado.

CÓMO LLEGAR

Visitar las ruinas de Ochate, contemplar el paisaje que lo rodea y dejarse estremecer por toda la historia que envuelve este paraje no deja de ser un hecho recomendable. Para llegar hasta Ochate hay que introducirse en el Condado de Treviño, llegar hasta Uzquiano por la carretera A-2124 y pasado el pueblo cogemos el desvío hacia Imíruri. Atravesando el diminuto pueblo y dejando la iglesia a mano derecha llegamos a un camino de tierra que nos lleva hasta una granja. Debemos aparcar por aquí en un lugar donde el coche no moleste.

A mano derecha veremos que sale un camino con un pequeño puente que atraviesa un riachuelo, aquí comenzamos el camino hacia Ochate. Una vez pasado el pequeño puente vemos como una vía agrícola asciende por la montaña, pero no debemos subir por ahí, seguiremos recto por un pequeño sendero como indica la foto de abajo y este sendero nos llevará hasta una cerca de ganado, atravesamos la cerca (volviendo a cerrar la puerta) y seguimos a la vera del riachuelo. Saltamos el riachuelo y el sendero nos lleva hasta Ochate.

Aprovechando la visita a Ochate, es aconsejable no dejar pasar la oportunidad de visitar la ermita de San Vicentejo, una joya arquitectónica cuya simbología entraña algún que otro misterio.

El investigador Alberto Quintana de León hace una muy buena observación sobre lo que se ha dado en llamar “El ojo de San Vicentejo” y es que sobre el ábside podemos observar como las piedras están configuradas de tal forma que parecen representar un ojo. Lo más curioso es que al estar justo bajo el vértice que forman las dos aguas del tejado, el conjunto parece formar el triángulo con el ojo en su interior, el llamado “ojo que todo lo ve” u “ojo de la providencia” un símbolo con una fuerte carga simbólica tanto para el cristianismo como para el esoterismo.

A parte de este detalle, un topógrafo profesional, Fernando Valledor, tomo unas mediciones de la zona y se dio cuenta de que esta ermita tenía cierta relación con la Ermita de Burgondo y la antigua Ermita de San Pedro de Chochat, ya que las distancias que las separan formarían un perfecto triángulo isósceles, igual que el que forma el tejado de la Ermita de San Vicentejo con su ojo debajo.

Representación de la distancia entre las ermitas.

Los triángulos han tenido un fuerte simbolismo entre civilizaciones de todos los tiempos, entre religiones y sociedades secretas. Así en el cristianismo, el triángulo representa el concepto teológico de la Trinidad. De ahí que la luz de donde todo se creó se representa a través de esta figura geométrica. El triángulo invertido representa lo femenino haciendo alusión al pubis femenino. Un triángulo isósceles representa el fuego, sus tres vértices pueden representar sobre los trípticos de la moralidad; pensar bien, hablar bien y hacer bien; sabiduría, fuerza y belleza; sobre las fases del tiempo y de la vida; pasado, presente y porvenir; nacimiento, madurez y muerte; sobre los tres elementos de base alquímicos; sal, azufre y mercurio; o los tres procesos alquímicos; nigredo, albedo y rubedo e.t.c…

No obstante, no es el único lugar donde se da esta circunstancia entre templos y lugares sagrados. Henry Lincoln en sus investigaciones sobre Rennes-le-Chateau hace un estudio profundo sobre las geometrías sagradas de ciertos lugares. Para más información a este respecto:

http://www.henrylincoln.co.uk/

Pero estas no son las únicas curiosidades de la Ermita de San Vicentejo, en sus muros hay tallas e inscripciones cuanto menos llamativas, si queréis visitar Ochate y tener información de primera mano sobre la ermita recomiendo que visitéis esta web: www.ochate.com

 

Fotos y texto: Juan Carlos Pasalodos Pérez

 

Fotos adicionales e información:

 

www.ochate.com

www.angulo13.com

http://elrincondeochate.blogspot.com/

http://www.ikerjimenez.com/especiales/ochate/

http://www.cuatro.com/cuarto-milenio/Regreso-Ochate_2_957630003.html

-Lorenzo Fernandez Bueno – 50 Lugares en los que pasar miedo

-Iker Jimenez – Enigmas Sin Resolver II