Los Sonidos de la Batalla de Dieppe.
Los Sonidos de la Batalla de Dieppe
Muchas veces me he preguntado ¿Qué pasa con el sonido? ¿El sonido puede viajar en el tiempo o se pierde para siempre? Me explico; Cuando miramos al cielo nocturno y vemos las estrellas sabemos que, por la velocidad a la que viaja la luz, muchos de los puntos luminosos que vemos pueden pertenecer a estrellas que ya no existan, es decir, lo que realmente estamos viendo es una fotografía de cómo fue el universo hace millones de años, una especie de holograma. Pero ¿Y el sonido? ¿Es posible volver a escuchar los sonidos del pasado, si coincidimos en el lugar, tiempo y espacio? La experiencia vivida por dos mujeres en la ciudad francesa de Dieppe, una noche de agosto de 1951, vendría a confirmar que esto es posible.
Dieppe es una ciudad marítima de la Costa del Alabastro, dentro del departamento de Sena Marítimo. Se sitúa en la boca del río Arques, en el Canal de la Mancha. Frente a ella, en la costa británica está la ciudad de Newhaven. Un día de agosto de 1951, dos mujeres inglesas disfrutaban en esta villa de una cálida tarde veraniega en la playa. Aunque siempre han querido permanecer en el anonimato, se sabe que una de ellas era esposa de un parlamentario inglés y la otra su cuñada. Al caer la noche y después de un día agotador, las dos mujeres se recogieron en la habitación donde se alojaban, en la segunda planta de un hotel con vistas al mar. A las 4:00 de la madrugada, una de ellas se despertó sobresaltada al oír un estruendo pavoroso. Al principio creyó que se trataba de un trueno que anunciaba tormenta, pero enseguida descubrió que se trataba de algo que escapaba a todo su entendimiento.
De repente, se empezó a escuchar un griterío clamoroso, cuyo origen intuía en una muchedumbre agitada. Seguidamente, se oyeron los primeros disparos, fuego de ametralladoras y las primeras explosiones provocadas por el fuego de artillería. Fue entonces cuando la segunda mujer despertó preguntando ¿Que es ese ruido? Durante largo tiempo las dos mujeres permanecieron inmóviles y atentas a todo cuanto escuchaban. Un estrépito que cada vez alcanzaba mayores proporciones.
Una de las mujeres, que había prestado servicios en el ejercito y que sabía distinguir perfectamente lo que estaba escuchando, llegó a declarar; Podíamos distinguir los ayes, los gritos y el fuego de artillería. Aquello era el fragor de una batalla.
El miedo sobrecogía a las dos mujeres, que se acercaron cautelosamente hasta una de las ventanas para observar el exterior. Nada. No se veía movimiento alguno de aviones, carros de combate, ni de soldados enfrascados en batalla alguna. Apenas el aire movía las hojas de los árboles. Salieron pues al balcón de la habitación para tener una mejor visión y poder determinar de dónde procedía aquel estrépito. Desde el balcón, comprobaron como los sonidos cesaron de repente, reanudándose quince minutos después, esta vez mucho más intensos. La cruenta batalla arreció, los proyectiles silbaban y estallaban en las dunas, el ruido de los aviones se acercaba y se alejaba en el aire, los carros de combate rugían bajo el balcón donde las atónitas mujeres, escuchaban aterradas el fragor de una batalla que, supuestamente, estaba teniendo lugar frente a ellas en un paraje que veían desierto.
El estruendo continuó hasta cerca de las siete de la madrugada, cuando el eco de un disparo dio por finalizada la contienda. Las dos mujeres confusas se preguntaban ¿como era posible aquello? y sobre todo ¿cómo era posible que nadie más pareciese haber percibido sonido alguno?. Ya por la mañana, en la recepción, preguntaron a personal del hotel y a otros huéspedes si alguno no había podido dormir a causa de los ruidos nocturnos. Todas las respuestas fueron negativas.
Investigadores de la Sociedad de Investigación Psíquica recogieron más tarde los testimonios de las dos mujeres, comprobando que lo narrado, coincidía en tiempo y forma con la batalla de la Segunda Guerra Mundial librada el 19 de agosto de 1942 en la playa de aquel lugar. La 2da División de Infantería Canadiense, perteneciente al ejército aliado desembarcó para intentar hacerse con el control de la ciudad. Desgraciadamente la invasión fue muy costosa. Más de la mitad de los 6.086 hombres que desembarcaron en la playa de Dieppe resultaron muertos, heridos o capturados. Aquello sucedió justo nueve años antes.
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