EXPEDIENTE S.S. WATERTOWN
Conseguir una prueba fehaciente de un hecho inexplicable o paranormal la mayoría de las veces resulta misión imposible y más en los tiempos que corren. Todo el mundo suele llevar encima un teléfono con el que hacer fotos o grabar vídeos, el problema es que las nuevas tecnologías, programas informáticos y demás, han hecho que seamos escépticos ante cada prueba que se nos pone por delante. Hoy cualquiera puede editar y trucar un vídeo o una foto. Si se tiene un poco de conocimiento a nivel profesional los resultados pueden ser increíbles, por eso, uno no puede dar credibilidad a los incontables vídeos que recorren las redes sociales sobre hechos insólitos.
Pero el caso que viene a continuación es diferente. Ocurrió en una época en la que las tecnologías no permitían la edición de las fotografías ni existían programas informáticos con las que trucarlas.
Corría el mes de diciembre de 1924, cuando el petrolero SS Watertown hacía la travesía que cubría la ruta entre Nueva York y Canadá. Transcurria una jornada normal en la que todo el personal del barco estaba dado a las tareas rutinarias. Dos marineros, James Courtney y Michael Meehan se empleaban a fondo en la limpieza de uno de los tanques cuando les sobrevino la tragedia. Los dos hombres cayeron al suelo inconscientes tras inhalar los gases que se produjeron dentro del tanque y terminaron falleciendo. Los hechos quedaron registrados en el cuaderno de bitácora del buque y sus cuerpos fueron arrojados al mar, de acuerdo con la tradición marítima, el cuatro de diciembre.
Al día siguiente uno de los marineros advirtió algo que le dejó boquiabierto. Dos espectros aparecieron en el agua siguiendo al barco. Eran ni más ni menos que las dos caras de los marineros fallecidos el día anterior. El hecho fue inmediatamente comunicado al capitán del barco Keits Tracy, quien pudo observar atónito el extraño suceso. El extraño suceso se repitió día tras día y toda la tripulación pudo observar con cierto terror las desconcertantes caras de sus compañeros, quienes parecían resueltos a acompañar al barco en su travesía.
El capitán Tracy se vio obligado a comunicar el suceso a su oficina central y los directivos, incrédulos, le sugirieron que tratase de fotografiarlas. Al final de la travesía, Tracy envió un rollo con seis fotografías a la central de la Cities Service Company donde se mandaron revelar. En la mayoría de las fotos apenas era distinguible el agua del mar, pero en una de ellas se mostraban claramente las dos espeluznantes caras sobre el agua.
Lo sorprendente es que la compañía no trato en ningún momento de ocultar el suceso, llegando incluso a informar de ello en su revista Service, en 1934. El extraño suceso se hizo tan famoso que se llegó a colocar una ampliación de la foto en el salón principal de la Cities Service Company en Nueva Orleans y esa foto, ha llegado hasta nuestros días, como una prueba fehaciente de un hecho, para el que nadie encontró explicación alguna.
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