LA HUELLA DE LA CELDA 17
La década entre los años 1860 y 1870 fue una época de gran convulsión y agitación social en el estado de Pennsylvania en los Estados Unidos. Las pésimas condiciones de trabajo en las minas de carbón ligadas a horarios interminables, pagadas con sueldos miserables que muchas veces no llegaban ni a los cincuenta centavos provocaban grandes disputas a diario entre los mineros, en su mayoría inmigrantes irlandeses con sus patronos, en gran parte de origen inglés o escocés.
Para luchar contra esta injusticia, se constituyó una sociedad secreta llamada «Mollie Maguires» , quienes provocaron la primera huelga contra las compañías mineras en América. Las protestas cada vez eran más violentas y la cosa se les fue de las manos, llegando a matar a cerca de 150 personas.
Los patronos contrataron entonces los servicios de la Agencia de Detectives de Pinkerton, quienes infiltraron a un agente llamado James McParlen entre las filas de los «Mollies». La investigación sustentada con el testimonio de McParlen sirvió para condenar a pena de muerte a doce miembros de dicha sociedad.
En 1877 Yellow Jack fue condenado por el asesinato de un capataz de la Lehigh Coal and Navigation Company y posteriormente otros tres hombres fueron condenados a la horca por la muerte de otro capataz minero. Dos de estos hombres permanecieron inmutables hasta su ejecución, pero el tercero, llamado Alexander Campbell, juro y perjuro que era inocente. El día de su ejecución, los guardas fueron a buscarlo a la celda número 17 pero antes de sacarlo, Cambell frotó su mano izquierda sobre el suelo arenoso cubriéndola de polvo y posteriormente, la posó sobre una de las paredes de la celda diciendo: «Esta huella de mi mano permanecerá siempre aquí como prueba de mi inocencia» Frase que repitió una y otra vez a viva voz hasta que murió estrangulado.
Tal y como había dicho el malogrado Campbell, su huella se grabó a fuego en la pared de la Celda 17 de la pequeña prisión de Jim Thorpe y allí permaneció durante 50 años hasta que en 1930 Robert L. Bowman fue elegido Sheriff de Carbón Country, jurando eliminar aquella huella, considerada por muchos como la prueba irrefutable de una gran injusticia en la historia del condado. Así, en diciembre de 1931 un grupo de trabajadores entró en la celda 17 elimino la parte de yeso de la pared sobre la que estaba grabada la macabra huella y la sustituyó por una capa de yeso nuevo. A la mañana siguiente, el Sheriff se acercó hasta la celda para ver el resultado de la reparación y quedó horrorizado al comprobar como una débil silueta de una mano comenzaba a emerger del yeso fresco. Por la noche una huella negra con forma de mano ya era perfectamente visible sobre la pared.
En 1978 un ciudadano particular entró de forma furtiva en la celda e intentó tapar la huella con pintura, pero esta reapareció otra vez sobre la pintura aún fresca. La huella persiste hoy día en su sitio y solo se muestra a visitantes con autorización.
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