El Resurgir del Monasterio de Santa María de Rioseco

El Resurgir del Monasterio de Santa María de Rioseco

9 mayo, 2021 0 Por Juan Carlos

Sobra decir que soy un entusiasta de los lugares abandonados y en especial de las ruinas y más, cuando estas corresponden a enclaves históricos como castillos o monasterios, pero esa pasión que me empuja a visitar estos lugares tan evocadores, a veces jugándome el pellejo, contrasta con un sentimiento de nostalgia, de tristeza y desolación al ver en la mayoría de los casos como se echan a perder y se dejan a su suerte lugares realmente asombrosos, lugares con una gran carga histórica o que conservan parte de una magnífica arquitectura, sin llegar a comprender como nadie hace nada al respecto. Supongo que en la mayoría de las ocasiones, pienso que son las autoridades competentes las que deberían actuar para recuperarlos y es su dejadez y su desidia las que hacen que estos lugares agonicen hasta su completa desaparición. Pero el Monasterio de Santa María de Rioseco me ha demostrado que no. Que no es necesario esperar a que alguna autoridad decida recuperar un lugar histórico y basta con que alguien tenga la firme intención y las ganas de hacerlo. Y es que gracias al gran trabajo y al esfuerzo de un grupo de voluntarios conformados bajo el nombre de “Salvemos Rioseco”, las ruinas de este monasterio han empezado a resurgir de sus cenizas y hoy nos muestran parte del encanto de lo que un día fue uno de los monasterios más importantes de la provincia burgalesa. Pero vayamos por el principio.

El monasterio de Santa María de Rioseco se encuentra enclavado en pleno Valle de Manzanedo, próximo a la pequeña población de Incinillas, perteneciente a la Comarca de Las Merindades. Allí, en un rincón, agazapado entre la espesa vegetación, junto al Ebro, se yerguen las impresionantes ruinas del Monasterio de Rioseco que hoy lucen parte de su esplendor gracias al inagotable esfuerzo de un grupo de voluntarios que han rescatado a este lugar del abandono y el expolio al que había sido sometido durante décadas y que le llevaban a una muerte segura.

Hoy el monasterio se puede visitar y puedo asegurar que nadie queda indiferente. Al pasear por su iglesia, capillas, claustro y el resto de estancias  afloran sentimientos de nostalgia, de curiosidad, es como si al cerrar los ojos todavía se pudieran escuchar en el eco del tiempo los cánticos de los monjes que lo habitaron, sin duda es un lugar evocador, misterioso…

LA LLEGADA DE LOS MONJES

Antes de establecerse en este lugar, los monjes Blancos de la orden Cisterciense estuvieron emplazados en Quintanajuar -entre Cernégula y Masa-. En 1184 gracias a las donaciones del Rey Alfonso VIII la congregación se traslada a San Cipriano Montes de Oca en la Rioja y en 1221 la comunidad adquirió unos terrenos a los Señores de Medina de Pomar para construir en ellos el monasterio, instalándose definitivamente en este lugar en 1236. 

El monasterio comenzó a levantarse sobre un remanso de tierra situado en el corazón del valle de Manzanedo a la vera del Ebro. La elección de este lugar no fue casual pues el valle poseía una importante tradición eremítica pues muy próximo al monasterio se encuentra el eremitorio de San Pedro Argés.  El nombre de Rioseco le viene de un emplazamiento anterior conocido como “Riuo Sicco”, pasando a denominarse Santa María de Rioseco.

A finales del siglo XIII el monasterio asienta su señorío en torno a un área de 25 kilómetros a la redonda conservando todavía las propiedades de Quintanajuar y Montes de Oca. De esta forma, Rioseco tuvo una gran importancia económica entre los siglos XII y XV, de hecho, en el siglo XIV Rioseco conformaba uno de los más potentes patrimonios económicos de los cistercienses Castellanos, algo que curiosamente contrastaba con la regla de esta orden. Así, el abad del monasterio llegó a tener un verdadero dominio señorial poseyendo derechos que solo competían al rey. Pero el monasterio no solo obtuvo privilegios del Rey, sino que también contó con privilegios y exenciones papales.

-El 2 de diciembre de 1217 estando el rey Fernando III en Palencia concede a la orden el privilegio de no pagar portazgo en todo el reino, de la misma forma que en otra ocasión en Benavente, les entrega un privilegio por el que ninguno de los concejos de Quintanajuar podía cortar leña ni pastar sus ganados en la Dehesa de Monte Espinoso, propiedad del monasterio de Rioseco.

-En 1251 el rey Santo concederá al monasterio el beneficio de 25 morabetinadas de sal al año de las salinas de Rosío.

-También Juan II estando en la ciudad de Toro en abril de 1426 exime al cenobio del pago de alcabalas.

ECONOMÍA MONACAL

Como era habitual en la Edad Media, parte de las ocupaciones y del sustento de los monasterios venía de los cultivos de las huertas y de la agricultura en general, llevada a cabo por medio de los legos o conversos. Así, Rioseco contó con cultivos de trigo, viñedos y parrales para venta y consumo de vino y fruta, gran cantidad de árboles frutales, linares para la elaboración de telas a través de telares y batanes que luego se vendían, industria esta para la que también tuvo cierta importancia la ganadería lanar. Y ya que hablamos de ganadería, cabe destacar el importante censo de ganados que tuvo el monasterio de Santa María de Rioseco. Solo en el Priorato de Quintanajuar que seguía siendo de su propiedad llegó a contar con cerca de 2.000 cabezas de ganado y en su coto de Rioseco con más de 200 entre carneros, vacas, cabras, chivos y cerdos. Cabe destacar la importancia que tuvo para el monasterio la pesca, sobretodo para su abastecimiento pues gracias a la pesquera y piscifactoría que tenían en el Ebro, de la cual se ocupaba un sirviente, disponían de pescado para venta y consumo propio. Tampoco dejaron de lado los monjes el mundo de la apicultura pues gracias al Catastro del Marqués de la Ensenada se tiene constancia de que llegaron a disponer de 43 pies de colmenas para cultivo de miel.

No obstante, los monjes de Rioseco supieron sacar partido a todo ese entramado productivo ya que, a pesar de que la regla obligaba a los monjes a no poseer más de lo que realmente necesitaban, consiguieron obtener importantes beneficios gracias a la venta de los productos excedentes de su producción, actividad esta que al mismo tiempo les permitía adquirir otros productos difíciles de conseguir y de la que se ocupaban los conversos, lo que nos deja entrever que los monjes de Rioseco desarrollaron una economía basada en la productividad. Además parece que los monjes de Rioseco nunca prestaron mucha atención a la norma de austeridad ya que llegaron a disponer de diez molinos y un batán, llegando a contar en el siglo  XVI con cerca de  ciento quince casas entre los pueblos de alrededor.

APROVECHAMIENTO DEL AGUA

Sobra decir la importancia que tenía -igual que pasa hoy en cualquier vivienda- el disponer de suministro de agua potable y de ahí la importancia de elegir un lugar próximo a la corriente de un cauce o un río. Santa María de Rioseco se abasteció del agua del manantial de la fuente de Toba situada al noroeste del monasterio. El agua era conducida por un cauce hasta el monasterio y después, a través de canalizaciones de piedra se distribuía por diferentes dependencias, pasando en este orden por la cocina, calefactorio, lavatorio, refectorio y llegando finalmente a las letrinas, último lugar antes de abandonar el monasterio y verter las aguas residuales al Ebro.

VIDA EN EL MONASTERIO

La comunidad monástica de Rioseco llegó a contar con unas 100 personas, de las cuales 25 serían monjes y las otras 75 novicios, sirvientes y conversos. La gestión del monasterio se realizaba a través de una estructura bien organizada en la que había diferentes cargos:

-El Abad, que es la máxima autoridad del monasterio y que vivía en una zona diferenciada del resto, en este caso en la llamada Torre del Abad. 

-El Prior, que es el que hacía las funciones del Abad cuando este no estaba y que a su vez dirigía un priorato, es decir un establecimiento monástico de menos importancia pero que dependía del monasterio.

-El Cillerero o Cillero que es el que controla el almacén o Cilla y estaba a cargo de los cultivos y las granjas. También era responsable de la intendencia y  hacía de portavoz de la abadía. 

-El Secretario, que lleva la contabilidad del monasterio y los temas jurídicos.

-El Hospedero, que es el encargado de llevar la hospedería.

-El Portero, que solía ser una persona de confianza del Abad y es el que controla la entrada al recinto.

-El Enfermero, que se ocupaba de los enfermos del hospital y a su vez podía ocuparse de recolectar plantas medicinales y realizar brebajes curativos.

-El Chantre, que era el maestro del coro durante los oficios y a su vez se dedicaba a la conservación de la biblioteca.

-El Maestro de Novicios que era el encargado de acoger y formar a los nuevos candidatos a la vida religiosa dentro del monasterio.

Por debajo de esta organización se encontrarían las personas convivientes en el monasterio como eran los novicios, legos o conversos y criados. 

A parte de las personas alojadas en la hospedería, había otro grupo de personas importantes que vivían por algún tiempo en el monasterio como eran los Donados, que eran personas acogidas a cambio de entregar algún bien al monasterio.

CONSTRUCCIÓN

En la construcción del monasterio se diferencian claramente tres etapas importantes: 

Periodo Cisterciense: Fue la etapa en la que se empezaron a levantar las primeras construcciones del monasterio entre los Siglos XIII-XIV. De esta época es la iglesia del monasterio y donde también se dispuso un pequeño claustro de una única altura que se sustituyó más tarde por el que hoy puede verse y una sala capitular diferente a la actual.

Periodo Renacentista Siglo XVI: Comienza en esta etapa el esplendor económico lo que permite al monasterio poner en marcha un ambicioso proyecto para realizar importantes obras y levantar nuevas dependencias. Entre ellas la nueva sala Capitular y la contratación de la construcción del claustro por parte de Juan de Naveda aunque no se empezará a construir hasta el Siglo XVII.

Periodo Barroco Siglos XVII-XVIII: Se construye el claustro cuyo resto es el que hoy vemos y el resto de dependencias como la hospedería y el hospital.

EXCLAUSTRACIÓN Y ABANDONO

Es difícil entender como un lugar así, tan bello y próspero pueda acabar en el abandono y la ruina, pero esta circunstancia es el común denominador en la mayoría de edificios religiosos que acabaron en la misma situación como consecuencia de las malditas desamortizaciones.

Interior de la iglesia antes y después de su recuperación.

El Siglo XVIII marcó un antes y un después en el monasterio, pues fue en este periodo cuando se pone fin a la época de bonanza y florecimiento económico, para comenzar una etapa de crisis que concluirá con la desamortización y abandono del cenobio. Aún así, durante este periodo,  se siguieron realizando obras de mayor o menor envergadura.

El inicio de la Guerra de la Independencia a comienzos del Siglo XIX da una primera estocada al monasterio. Los franceses toman el monasterio y embargan buena parte del grano que los monjes almacenaban en la cilla, siendo obligados a exclaustrarse desde el año 1809 hasta el 29 de junio de 1814, momento en el que los monjes regresan a su añorado monasterio.

No duró mucho su estancia pues durante el Trienio Liberal (1820-1823) vuelven a ser exclaustrados poniéndose a la venta mediante subasta pública sus propiedades. Algunas de las propiedades que los monjes tenían en los pueblos de alrededor se vendieron bien no obstante, nadie tuvo interés en la adquisición del monasterio, así, en 1823 por orden de Fernando VII los monjes pueden regresar de nuevo al monasterio con pocas garantías de supervivencia, pues el modo de vida y todo el entramado productivo con el que el monasterio conseguía sus rentas ya se había echado a perder.

Finalmente, el 6 de noviembre de 1835 a causa de la ley desamortizadora de Mendizabal se procedió a la desamortización definitiva del monasterio. No fue hasta 1849 cuando, después de que nadie quisiera adquirir el monasterio, Francisco Arquiaga que era el comisario provincial de la subasta decidiera quedarse con el monasterio por el precio de salida, quien cedió al arzobispado la iglesia del cenobio para uso litúrgico, sirviendo esta de parroquia hasta mediados del Siglo XX.

Pascual Mazoz en su Diccionario Geográfico Estadístico (1850) ya hablaba de un monasterio arruinado. El abandono y el expolio fueron haciendo mella en el monasterio hasta que en 1953 los nietos de Francisco Arquiaga lo ceden al Arzobispado de Burgos. 

Desde la exclaustración sufrida durante el Trienio Liberal comenzó a despojarse el monasterio de algunas de sus reliquias. De esta forma, numerosas piezas de la sacristía, cuadros y retablos se fueron repartiendo por distintas iglesias de la jurisdicción de Rioseco.

En la segunda mitad del Siglo XIX se acometen algunas reparaciones en la iglesia ya que esta servía de parroquia  para los habitantes de la zona. Por los libros de matrícula se sabe por ejemplo que el último bautizo que se ofició con el agua de la pila bautismal fue el de Francisco Javier Martinez Garcia en 1959 y la última boda celebrada en la iglesia fue la que unió en santo matrimonio a Eduardo Peña Cuesta y Adelaida da Silva Rodriguez en 1964. Finalmente, la última persona enterrada en el cementerio del monasterio se llamaba Vicente Barcina Gallejones que fue inhumado en 1965.

Desde ese momento la iglesia se cierra y todo el conjunto monástico queda expuesto a la soledad, el abandono y al indiscriminado expolio que durante décadas se ha llevado por delante figuras, arcos, piedras, estancias completas y el descanso eterno de los enterrados en las tumbas que una a una fueron profanadas. Se ha llegado a decir que algunas de las estatuas de los santos que había en las paredes se utilizaron de relleno cuando se construyó la presa del Ebro.

De esta forma, las ruinas de Santa Maria de Rioseca han estado agonizando hasta que en el año 2008 un grupo de personas que hoy se conoce como el colectivo “Salvemos Rioseco”empezó a gestar la idea de recuperar y consolidar lo que queda del monasterio y evitar así que se pierda para siempre este pedacito tan maravilloso  de nuestra historia. Y lo cierto es que el resultado está siendo espectacular. No solo han conseguido la implicación de un ingente número de personas llegadas de distintas partes del país, sino que otros colectivos y asociaciones se han querido sumar al proyecto de tal forma que algunos medios de comunicación ya se han hecho eco de la recuperación que se está llevando a cabo, consiguiendo además la implicación de la Junta de Castilla y León que ha financiando las cubiertas que se han instalado en el recinto.

VISITAS Y VOLUNTARIADO

El monasterio se puede visitar de forma libre o guiada y también existe la posibilidad de colaborar en los trabajos que se están llevando a cabo apuntandose a las semanas del voluntariado que se realiza la primera semana de agosto de cada año. Yo he tenido la oportunidad de pasar un día ayudando en la limpieza y retirada de piedras y la verdad es que mi ayuda ha sido ínfima, pero la experiencia ha sido enorme y muy gratificante. Toda la información sobre horarios, semana del voluntariado y más la podéis encontrar en su web:   https://www.monasterioderioseco.com/

Texto y Fotos: Juan carlos Pasalodos Pérez

Bibliografía: 

-Esther Lopez Sobrado – Santa María de Rioseco, el Monasterio Evocado