El Milagro de Olivenza…
La casualidad quiso que un buen día mientras trabajaba, escuchase en la radio, casi de pasada, un extraordinario suceso milagroso que se dio en la localidad extremeña de Olivenza. En seguida me puse a la búsqueda de información y para mi sorpresa, el hecho no se recoge en ninguno de los libros que tengo sobre misterios o hechos insólitos, ni siquiera en los más antiguos o lo que es más sorprendente, en los dedicados a sucesos extraordinarios de carácter religioso. Es como si este increíble suceso, hubiese pasado desapercibido en la historia del país, aun siendo un hecho realmente sorprendente.
Olivenza es un bonito municipio situado al sur de la provincia de Badajoz, dentro de la Comunidad Autónoma de Extremadura, donde actualmente habitan cerca de 12.000 habitantes. En un tiempo pasado, cuando la población rozaba las 14.000 almas, tuvo lugar un increíble suceso que dejó perpleja a toda la población de Olivenza y a la de los pueblos colindantes y que sin embargo, a pesar de lo extraordinario, no ha tenido una gran repercusión ni se ha hecho tan conocido como otros hechos de igual carácter de cuantos se han dado a nivel nacional. Hablo del Milagro de la Multiplicación del Arroz.
Los hechos se remontan al 23 de enero de 1949. Eran tiempos de posguerra, difíciles sobre todo en muchas poblaciones rurales donde el frío y el hambre azotaba con especial dureza. La alimentación de muchas personas de estos entornos, familias enteras inclusive dependían totalmente de la caridad de los comedores benéficos regentados mayoritariamente por religiosas. En Olivenza, el comedor social estaba situado en la Casa de Nazaret perteneciente a la Institución Benéfica de San José. Este lugar servía además de hospicio para un gran número de niñas y niños pobres que recibían educación y comida gracias a las donaciones de las familias más pudientes del municipio.
Aquella mañana de domingo, Leandra Rebollo, que ejercía de cocinera en el centro, se disponía a preparar la comida cuando se dio cuenta que solo disponía de tres míseras tazas de arroz (el equivalente a unos 750 gramos), con las que debía dar de comer a unas 200 personas. Pensó entonces utilizar el poco arroz del que disponía para hacer un caldo en una gran olla, con el que los pobres pudiesen al menos engañar al estómago. Leandra, totalmente apenada por la situación, se dispuso a cocer el arroz cuando le vino a la mente la imagen del beato Juan Macías y, encomendándose a él, dejó escapar la frase: «Ay Beato… hoy los pobres sin comida!!!»
San Juan Macías nació en Ribera del Fresno el 2 de marzo de 1585, el pueblo del que era natural la cocinera Leandra Rebollo. Fue un religioso y santo dominico español que evangelizó el Perú a partir de 1620 siendo canonizado en 1975 por Pablo V.
Leandra se dispuso a realizar otro tipo de actividad mientras el arroz se cocía. Cuando regresó a la cocina para vigilar el caldo, quedo totalmente perpleja al comprobar como la olla estaba llena hasta los topes de arroz, sin que se hubiese derramado ni un solo grano. Algo confusa y sin saber muy bien como reaccionar, cayó en la cuenta de que era totalmente imposible que aquellos tres vasos de arroz dieran para llenar el enorme recipiente. Fue entonces cuando Leandra se apresuro a dar aviso de lo que había sucedido. Con ayuda de la madre del sacerdote y otras mujeres, vaciaron el contenido de la olla y lo repartieron entre otras ollas de matanza para que el arroz pudiese cocerse en condiciones y fue entonces, cuando pudieron presenciar con sus propios ojos, como el arroz brotaba del interior de la misma olla hasta llenarla de nuevo por completo. Las mujeres que estaban con Leandra salieron corriendo a la calle al grito de Milagro!! Milagro!! formándose un gran revuelo. La noticia se extendió rápidamente por todo el municipio y no tardó mucho más en llegar a oídos de las gentes que habitaban las localidades más cercanas.
El revuelo provocó que los vecinos de Olivenza se precipitasen sobre el interior del comedor social y sin perder tiempo se empezaron a repartir raciones de arroz. El nerviosismo ante lo que estaba ocurriendo, hizo que Leandra se olvidase de condimentar y de templar el fuego para que el arroz no se quemase y aún así, testigos que viven hoy día aseguran que fue el arroz más sabroso que han probado nunca. Aquello se prolongó por más de cuatro horas en las que se dio de comer a cerca de trescientas personas, muchas de ellas llegadas de las poblaciones colindantes. Todos fueron testigos de aquel prodigio viendo con estupor, como el arroz se extraía de la olla vertiéndose en los platos que se repartían entre los comensales y el arroz brotaba del interior de la olla llenándola nuevamente. En ningún momento el arroz perdió el gusto ni se quedo frío y lo más increíble era ver como la olla se llenaba hasta el borde y el efecto se detenía para impedir que este se derramara. Cuando todos quedaron saciados y no habiendo ninguna boca más que alimentar el párroco decidió parar aquello retirando la olla del fuego cesando el fenómeno en el acto.
El Obispado de Badajoz en seguida puso al corriente del extraordinario suceso al vaticano. El Papa Pío XII decidió poner en marcha una investigación de los hechos para lo que constituyó dos comisiones de investigación, una a cargo del dominico Benito Gangoiti y otra constituida por un tribunal del propio Obispado de Badajoz. Catorce sacerdotes interrogaron a 22 testigos por separado, además las muestras de arroz tomadas fueron analizadas junto a la olla en diferentes laboratorios, llegando a determinar que tanto el arroz como la olla eran elementos completamente normales. Tuvieron que pasar 25 largos años para que el Vaticano se pronunciase al respecto, pero finalmente, en el año 1974 la iglesia admitió definitivamente que aquello solo podía ser causa de un milagro, comparable solamente con el narrado en las sagradas escrituras sobre la multiplicación de los panes y los peces. Posteriormente, el 28 de septiembre de 1975 tuvo lugar la canonización del Beato San Juan Macías en Roma
A día de hoy, la multiplicación del arroz de Olivenza es el único milagro de esta índole reconocido por la iglesia.
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