El Fantasma de Masegoso

El Fantasma de Masegoso

21 mayo, 2022 4 Por Juan Carlos

La despoblación es sin duda uno de los principales problemas a los que se tiene que enfrentar Castilla y León, y Soria particularmente, es una de las provincias que más está sufriendo el abandono de pueblos que quedan a merced del tiempo y del olvido. La lista sin duda no para de crecer, pero hay casos de pueblos que quedaron deshabitados ya desde hace muchos años y en ocasiones, el origen de su abandono resulta misterioso e inquietante.  Ese es el caso de Masegoso, un despoblado que hoy pertenece a la villa de Pozalmuro, del que dista algo más de 2 kilómetros, que quedó abandonado hace muchos años pero que sin embargo no ha caído en el olvido ya que su leyenda ha conseguido que este pequeño pueblo siga siendo recordado por la tragedia que acabó con la vida todos sus habitantes.

La leyenda viene novelada por el escritor decimonónico Manuel Ibo Alfaro y cuenta que en tiempo muy lejano, sin precisar en qué época, Masegoso era un pueblo floreciente con gran riqueza, aunque la mayor parte de esa riqueza se hallaba en manos de dos familias que vivían enfrentadas entre sí, las cuales se profesaban un odio irreconciliable.

 

Una de estas familias era la de Julián Álvarez, de prestigiosa ganadería y la otra la de Andrés Orozco dedicada a la agricultura. El enfrentamiento entre ambas familias venía heredado desde antiguo, cuando sus antecesores se disputaban la propiedad del torreón medieval que existe en el pueblo y que en ese momento se encontraba en posesión de los Orozco.

 

Cuando el padre de Andres se encontraba en su lecho de muerte, este hizo prestar juramento a su hijo de que nunca se reconciliaría con su enemigo, advirtiéndole de las posibles consecuencias si esto llegaba a ocurrir; “Si alguien incumple tal juramento, desde el sepulcro volveré a castigar al perjuro”. Dicho esto, expiró el enfermo y Andrés se vio obligado a mantener el eterno rencor hacia los Álvarez.

Andres Orozco tenía una hermosa hija de 17 años llamada Adela que, al contrario que las otras mozas del pueblo, no dedicaba su tiempo a las tareas del campo y de la casa y solía pasar las horas sola paseando junto a su inseparable mastín. Por otra parte, Julian Álvarez tenía un hijo llamado Manuel, un muchacho altanero y generoso de la misma edad que Adela. Ambos adolescentes se habían criado adoctrinados por el odio mutuo entre familias de tal modo que nunca habían llegado a cruzar sus miradas. 

 

Ocurrió que una tarde, una tempestad sorprendió a  Adela cuando se encontraba paseando por el monte junto a su inseparable can, teniendo que ir a refugiarse bajo una frondosa carrasca negra. Quiso la casualidad -o quien sabe si la providencia- que Manuel fuera a refugiarse bajo las ramas del mismo árbol. Aquella fue la primera vez que los dos muchachos se vieron frente a frente y entre la vergüenza y la desconfianza, hablaron y se enamoraron. De regreso a casa, los dos jóvenes se separaron para evitar que les vieran juntos, sin embargo, una anciana tenida por bruja, la tía Avedícula, los había visto.

Al día siguiente, la bruja siguió a los dos jóvenes por el monte que fueron a sentarse bajo la misma carrasca donde se habían conocido. En ese momento, Avedícula marchó corriendo a casa de Julián y a cambio de dinero, le dio cuenta del amor de Manuel por la hija de Andrés y le condujo hasta un lugar del monte, donde,   escondido tras unas zarzas, podía ver a los enamorados. Rápidamente Avedícula marchó a casa de Andrés y repitió la jugada, a cambio de dinero, dio cuenta del amor de su hija por Manuel y juntos fueron al monte donde Andrés quedó escondido tras unas peñas. 

De regreso al pueblo, los dos muchachos se despidieron a la entrada, junto a la cruz de piedra para evitar ser vistos. Adela corrió  a la era de su padre y Manuel solo pensaba en llegar a su finca para hacer lo que más le gustaba, tocar la Zampoña inspirado ahora por el amor de Adela.

 

Julian llegó a su finca con semblante enfurecido y descargó su ira contra Manuel y entre gritos y amenazas prohibió a Manuel volver a verse con la muchacha. Andrés se dirigió en los mismos términos hacia Adela con la amenaza de encerrarla en el torreón y advirtiendo de que si seguía con tal desvergüenza, sobre ella caería la maldición lanzada por su padre antes de morir.

 

Así fue pasando el tiempo, sin que Adela apenas saliera de casa donde lloraba desconsolada por el amor perdido, de tal modo que sus mejillas fueron palideciendo. Manuel vagaba por los caminos y se pasaba largas horas tocando su Zampoña en tono melancólico bajo la carrasca donde surgió su amor por Adela.

 

Entonces, la tía Avedícula, viendo que podía sacar beneficio de aquella situación, esperó un día a Adela a la salida de misa, a la que se acercó para transmitir un falso mensaje de Manuel y al mismo tiempo fue a buscar a Manuel inventandose falsos recados de Adela. Ante aquella situación, el muchacho fue a pedir consejo al párroco del pueblo. 

El sacerdote atendió con preocupación el problema que atormentaba al muchacho y se propuso ayudar a los jóvenes y a terminar de una vez por todas con el despropósito que suponía el eterno enfrentamiento entre las dos familias. Para ello, preparó un sermón para la siguiente misa del domingo basado en los versículos de Mateo 06:14 y Marcos 11:26“Si no perdonais, no sereis perdonados”. El sermón fue tan emotivo y elocuente que los fieles terminaron la misa entre llantos y sollozos y Andrés y Julian, arrodillados, no se atrevían a levantar la mirada del suelo. Terminada la ceremonia, el cura fue a visitarlos consiguiendo de ellos una reconciliación y acordaron realizar una gran celebración en la que fijar la boda de sus hijos. La fiesta estuvo llena de emoción y alegría y los enamorados bailaron confundiendose entre la gente moza del pueblo. 

 

No obstante, la llegada de un forastero interrumpio momentáneamente la fiesta. Era el nieto de Avedícula, Lazaro, que tras finalizar su servicio  en el ejército donde había  llegado a Sargento, regresaba al pueblo después de varios años. 

 

Ya por la noche, finalizada la fiesta, Lázaro comentó a su abuela lo mucho que le había impresionado la belleza de Adela y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir su amor; “Olvidalo, Adela está muy enamorada de Manuel y han sufrido mucho para poder estar juntos” dijo Avedícula, a lo que Lázaro contestó “Estoy convencido de poder conquistarla y seguro que con tu ayuda conseguiré su amor”.

 

Entonces Avedícula recordó el juramento que Andrés había hecho a su padre antes de morir y viendo  que lo había incumplido, ideó un plan, le dijo a Lazaro que debía ir por las noches al torreón para hacerse pasar por fantasma y hacer creer a la gente el regreso del espíritu para cumplir su castigo. Aquella noche, varias mujeres escucharon ruidos de cadenas, gemidos y lamentos en el torreón y corrieron despavoridas a contarlo por todo el pueblo. Al escuchar la noticia, los padres de Adela quedaron estupefactos y con la cara desencajada.

 

Al día siguiente, Lázaro preparó su mochila y se despidió de la gente del pueblo haciendo creer que se marchaba de nuevo, y ya por la noche, el pueblo en masa se reunió entorno al  torreón para comprobar si era cierto lo contado el día anterior. De pronto, se empezaron a escuchar ruidos y gemidos, las puertas y ventanas del torreón se abrían y cerraban y pudo verse una sombra pasar que fue a perderse detrás de la iglesia. El pánico se apoderó de la gente que fueron a refugiarse a sus casas al mismo tiempo que el padre de Adela no dudaba ya que aquello fuera  el espíritu de su padre, que desde la tumba regresaba para castigarlo.

Así continuó apareciéndose el supuesto fantasma hasta la víspera de la boda y el pueblo, angustiado, acudió a casa de los familiares de los dos muchachos para impedir el enlace. Los padres de Adela y Manuel no veían otra salida que anular la boda pero Manuel no cedió y pensó que aquello podía ser obra de algún malvado. De esta forma, Manuel junto a un grupo de amigos, esperaron escondidos en las inmediaciones del torreón a que dieran media noche. Al sonar las campanas, vieron aparecer una sombra que fue recibida a tiros cayendo al suelo, todos reconocieron entonces al nieto de Avedícula que, sin tener heridas graves, pudo sacar su revólver y disparar contra Manuel matándolo.

 

El pueblo montó en cólera contra el nieto de la bruja que fue arrestado y zarandeado, al mismo tiempo que Adela, al enterarse de la muerte de Manuel, sintió que para ella se acababa la vida. Ya de mañana, un reten de soldados se presentó en la aldea para llevarse al asesino, no obstante, antes de marchar, Lázaro pidió permiso para beber de la fuente del pueblo, momento que aprovechó para arrojar al agua unos sapos negros venenosos que le habia proporcionado su abuela.

A media mañana, varios vecinos cayeron enfermos muriendo de forma repentina. La alarma se extendió por el pueblo de tal modo que por la noche, no había casa donde no velaran ya un cadáver y en todo el pueblo no se escuchaba otra cosa que no fueran angustiosos gemidos y agonía de muerte. Los pocos que aún permanecían sanos fueron llamados a misa para implorar la protección de Dios. El párroco ofició la misa en medio de un silencio sepulcral, roto solo por el sonido que provocaba algún cuerpo al caer. Cuando el cura leyó el último evangelio, cayó muerto también y en pocos días, el pueblo se transformó en un enorme cementerio. 

 

Días después, a los vecinos de los pueblos colindantes les sorprendió ver como el cielo de Masegoso estaba poblado de una nube de cuervos. Cuando acudieron a ver que ocurría, se encontraron el pueblo sembrado de cadáveres, los pastores yacían en el monte junto a su rebaño y bajo una enorme carrasca negra, apareció el cuerpo de una hermosa joven que parecía dormida, con la tez blanca, como si de un ángel se tratara. Era el cuerpo de Adela, cuyo fantasma sigue vagando por Masegoso entre llantos y sollozos por el dolor que le produjo la pérdida de su amor. 

MASEGOSO HOY

 

Poco queda hoy de lo que fuera el pueblo de Masegoso sin embargo, aún se conserva en buen estado su antiguo torreón medieval que ha sido restaurado, la Iglesia que se encuentra en ruinas y restos de unas pocas casas hoy reducidas a montones de piedras. También se conserva en buen estado la antigua fuente romana de la que habla la leyenda.  

Este despoblado pertenece hoy al término municipal de Pozalmuro dentro del valle del río Rituerto. Además de este cauce, cuenta en sus proximidades con dos manantiales (Dehesón y Masegoso). La elevada humedad del lugar favorece que en este lugar crezca de forma abundante una planta llamada Masiega, de la que toma nombre el lugar.

En las inmediaciones hay evidencias de ocupación Calcolítica, Celtibérica y Romana, de la misma forma que en la Sierra de La Pica se encuentran los restos de un castro Prerromano. Entre los restos del pueblo se conserva la antigua fuente romana de abundante manantial y por el término cruzaba la antigua calzada romana entre Augustóbriga y Numancia.

 

La ocupación del lugar se remonta a los S. X y XI, fecha en la que está datado el famoso torreón Bereber. En el S. XVII había en el lugar molino, dehesa y monte bajo que pertenecían al pueblo llano. Varios nobles, como los marqueses de La Pica, tenían propiedades y derechos de pastos. Estas favorables condiciones para el desarrollo del pueblo no evitaron que en el año 1765 quedase abandonado en misteriosas circunstancias.

Prueba de ello es que el Censo de Pecheros de 1528 en el que no se contaban eclesiásticos, hidalgos y nobles, registraba la existencia de 6 pecheros -es decir unidades familiares que pagaban impuestos- y en el censo de 1842 ya no aparecía como municipio.

 

PUENTE ROMANO

 

Al sureste del pueblo, sobre el río Rituerto se encuentra emplazado un antiguo puente tradicionalmente calificado como Romano, aunque rehecho en época medieval y restaurado hace algunos años. 

IGLESIA

Todavía se mantiene en pie la antigua Iglesia dedicada a San Esteban, que conserva en aparente buen estado sus muros aunque su cubierta se ha derrumbado casi por completo.

Está construida en una sola nave con cabecera plana en estilo gótico, con dos capillas adosadas a los muros norte y sur y una sacristía. Albergó un interesante coro de madera policromada de  estilo mudéjar del S. XIII, que fue desmontado en el año 2007 por el peligro de derrumbe de la cubierta y tras ser restaurado se trasladó al museo de Arte Sacro de Ágreda donde se encuentra actualmente.

Su portada se abre al sur y está construida por un simple arco de medio punto sin ningún tipo de decoración. El acceso al atrio se realiza a través de un arco de similares características.

LA FUENTE

 

La fuente de Masegoso, considerada tradicionalmente romana, está emplazada en la parte trasera del torreón. Consta de dos partes diferenciadas. Por una parte está el pozo que capta las aguas subterráneas que está protegido por un cubículo de forma rectangular, construido en sillares de piedra arenisca. El acceso al pozo se realiza a través de una bóveda de cañón de medio punto de 80 cm de fondo. 

 

La fuente vierte sus aguas a través de un pequeño caño a una pequeña pila que se encuentra a los pies de la bóveda de acceso. Esta pequeña pila vierte a su vez el agua a través de un rebosadero a un abrevadero alargado de hormigón de planta rectangular, que tras llenarse, alimenta un pequeño regato a través de un aliviadero que se encuentra en la parte opuesta al pozo.

TORREÓN

 

En el centro del pueblo se yergue el antiguo torreón vigia musulmán, desde el que un pequeño contingente militar vigilaba el territorio y mandaba señales a otras torres o castillos. También servía como cobijo para las gentes del pueblo en caso de ataque enemigo. El torreón tiene 18 metros de altura, planta rectangular y silueta troncopiramidal.

Data de la primera mitad del S. X, tras la toma de Ágreda por Sancho Garcés de Navarra. Domina la llanura del río Rituerto y tiene comunicación visual con los torreones de poblaciones cercanas como el de Noviercas, Hinojosa del Campo, Tajahuerce, Aldeapozo y Castellanos. La comunicación entre torres se hacía con fuego por la noche y humo por el día.

 

Su interior está hueco y las paredes están remarcadas por los huecos de los retranqueos donde apoyaban las vigas de las techumbres que daban forma a las cuatro plantas y la terraza de las que disponía el torreón. Tanto el acceso al torreón como la comunicación entre plantas, se hacía a través de escaleras de mano dificultando así la incursión en caso de ataque. La planta baja hace de falso sótano ya que queda por debajo de la puerta de acceso y se utilizaba normalmente como almacén aunque podía utilizarse también como calabozo.

 

El primer piso servía de puesto de guardia para una pequeña guarnición, que es donde se abre la puerta de entrada enfocada al sureste y que está construida en sillería formando un arco de medio punto. En el segundo piso, una aspillera orientada al Oeste facilita su iluminación y ventilación. La terraza era el lugar donde se hacían las funciones de vigilancia y defensa aunque no se conservan restos de sus almenas.

EXPERIMENTACIÓN

 

Pasear por los restos de lo que fue este poblado resultó una experiencia un tanto extraña. Siempre encuentro agradable la sensación de pasear por pueblos abandonados, dejándome cautivar por el embrujo de las calles vacías y solitarias y embriagado por el silencio que suele reinar en estos lugares y que sin duda despiertan un sentimiento de añoranza en mi. Pero Masegoso no me transmitió nada de eso.  Yo no soy una persona sensitiva pero nada más llegar tuve la sensación de estar en un lugar mágico, pero al mismo tiempo notaba en el ambiente como un aura de angustia. Quizá me deje sugestionar por la leyenda del lugar. No obstante, mi visita a Masegoso iba un poco más allá de conocer y documentar este lugar. Quise llevar a cabo una pequeña experimentación para ver si realmente en el lugar ha quedado anclado el fantasma del que habla la leyenda o alguna otra entidad como las de las personas que aquí perdieron la vida y el resultado fue cuanto menos llamativo.

Hice el recorrido por todo el pueblo ayudado por el detector de campos electromagnéticos K2, muy útil en lugares fuera de los núcleos urbanos. El recorrido fue tranquilo en general, pero hubo dos lugares en los que el detector se activó en numerosas ocasiones hasta su escala más alta, una junto al torreón y otra junto a una tumba que existe frente al altar de la iglesia. En el caso de la iglesia fue mucho más espectacular ya que el aparato parecía interactuar y responder a mis preguntas.

También realicé una pequeña sesión de Spirit box tanto en el interior de la iglesia como junto al torreón y aunque se oyen algunas respuestas, no he conseguido identificar qué quieren decir por lo que no puedo darlas por válidas.

 

Por último y quizá lo más sorprendente para mi, fue el reportaje fotográfico. En muchas exploraciones he conseguido fotografiar los llamados Orbs, pero esto siempre me ha ocurrido en exploraciones nocturnas donde se realizan las fotos con Flash, de modo que la luz se refleja en el polvo en suspensión, por lo que nunca he dado mucha importancia a este fenómeno, sin embargo en esta ocasión lo que recogio la camara me dejo realmente confundido.

 

Al revisar el reportaje fotográfico no pude salir de mi asombro al ver como, en una foto del interior de la iglesia, concretamente de la capilla del lado sur, aparecían tres  orbs de idéntica forma y tamaño. La fotografía está tomada a la luz del día, sin emplear ningún tipo de luz artificial por lo que es imposible que sea polvo en suspensión. Además, unos segundos antes había tomado otra fotografía del interior de la capilla desde otra perspectiva donde no hay ni rastro de este fenómeno. Aplicando un filtro negativo se ven con claridad los tres círculos.

Imagen 1 de la capilla en la que no se distinguen los orbs.
Imagen 2 en la que se distinguen perfectamente las tres esferas de luz.
Foto con filtro en negativo en la que se distinguen perfectamente los tres Orbs.

He pasado las fotos a un estudio de confianza para pedir su opinión y lo cierto es que no saben decirme a ciencia cierta que pueden ser esos tres círculos, según ellos:

 

 “los reflejos provocados por la luz del sol o por el flash se muestran como la propia palabra indica, reflejos de luz brillante. Es posible que el pequeño ventanuco que hay detrás de la capilla deje entrar la luz del sol provocando algún tipo de reflejo, pero de ser así, el reflejo sería direccional no tres esferas idénticas en tres puntos diferentes y de ser así se hubiera captado el haz de luz por lo menos en uno de los círculos… la verdad no te se decir por qué han salido esos tres círculos en la foto.”

 

He viajado en muchas ocasiones a esos lugares denominados como “enclaves icónicos del misterio” y aunque sean lugares con mucha fama, la mayoría de las veces no he conseguido captar nada anómalo. Masegoso no cuenta con la misma fama que muchos de estos lugares y sin embargo fue un lugar que consiguió sorprenderme.

 

Texto Video y Fotos: Juan Carlos Pasalodos Pérez