EL POLTERGEIST DE RUNCORN
El Poltergeist de Runcorn
Los casos de Poltergeist no son de los más frecuentes dentro de la fenomenología paranormal pero son sin duda los más espectaculares dentro de este campo dada su interacción y virulencia. Aún así, es difícil encontrar un caso de este tipo tan extraordinario como el que aconteció entre los meses de agosto y octubre de 1952 en la ciudad de Runcorn, al norte de Inglaterra.
Fue en agosto de 1952 cuando el joven John Glynn Jones y su familia, que vivían en el número 1 de Byron Street, se encontraron por primera vez cara a cara con lo sobrenatural. John tenía 17 años y era un dibujante aprendiz empleado por el ICI en su establecimiento de Weston Point. Era un joven educado, bastante serio, interesado sólo en seguir adelante con su trabajo y sus estudios con el fin de destacar como dibujante, y su familia, amigos y colegas lo consideraban normal en todos los sentidos, aunque de una manera especial.
John Glyn vivía en la casa junto a su hermana Eileen, su padre Sam Jones y su tía Lucy. Un fin de semana de agosto de aquel año recibieron la visita del hijo de la Sra. Jones -su tía- y su esposa llegados desde el norte de Gales y se alojaron en la casa.
El señor Sam Jones y el joven John tuvieron que compartir una cama doble en un dormitorio, mientras que Lucy Jones y la joven Eileen compartían otra cama en la misma habitación.
Tan pronto como se metieron en la cama e intentaron conciliar el sueño, el tocador empezó a hacer ruidos. Los ruidos se hicieron cada vez más fuertes hasta que los cuatro ocupantes salieron de la habitación totalmente desconcertados con lo que estaba ocurriendo. Al tiempo, todo se calmó y reinó de nuevo el silencio.
Cuando regresaron a sus camas, los ruidos comenzaron de nuevo y ninguno de ellos pudo dormir aquella noche. La noche siguiente fue aún peor, los cajones del tocador sonaban como si los estuvieran sacando, traqueteando y golpeandolos.
Una vez más, los ruidos cesaron cuando los ocupantes abandonaron el dormitorio y comenzaron de nuevo con más virulencia a su regreso. Esta vez, el tocador se movió por su propia cuenta separándose unos 30 centímetros de la pared.
Como suele ocurrir en casos de tales fenómenos, John fue el primer sospechoso, pensando que podía tratarse de una trastada de adolescente y antes de que pasaran muchas más noches de vigilia, fue sometido a todo tipo de pruebas para averiguar si él era la causa de todo. La prueba de que John no era el culpable se presentó cuando, a pesar de que cuatro testigos se sentaron sobre él mientras yacía en la cama, las manifestaciones continuaron en su presencia.
Una teoría ampliamente sostenida entre las autoridades sobre el tema es que, donde hay una actividad de tipo poltergeist, algún adolescente, generalmente una mujer, está siendo utilizado como nexo o agente por la entidad poltergeist, que recurre a su energía psíquica, desconocida para la víctima, para crear las diversas manifestaciones.
Un poltergeist es una entidad que provoca fuertes ruidos y efectos de sonido, moviendo algunos objetos sólidos y levitando otros. En algunos casos, según consta, se han disparado velas y carbones como balas contra paredes y techos, se han roto cristales y loza, se han sacudido y se han abierto puertas y ventanas, por muy bien que se hayan sujetado.
Los extraños fenómenos se dieron incluso en presencia de muchos testigos, investigadores y la mayoría curiosos que podían ver como los muebles de la habitación ejecutaban una danza fantástica en el aire, como el tocador se mecía y los cajones salían disparados por el aire.
Los sucesos de Byron Street se dieron a conocer y llegaron consejos y ofertas de ayuda de todo el mundo, al igual que visitantes curiosos. Una carta llegada de Alemania incluía una fórmula para realizar un exorcismo. Lamentablemente, algún curioso había abierto el sobre en su tránsito y faltaban las hojas en las que se narraba la fórmula del ritual. El exorcismo rara vez funciona en tales casos, pero se afirmó que esta fórmula se había utilizado con éxito en un brote de poltergeist alemán que había durado 15 meses.
El Sr. Sam Jones dijo que había vivido en la casa durante 35 años pero nunca antes había vivido algo así. Incluso cuando los cajones estaban sellados con adhesivo, continuaban traqueteando y un espejo de pie giraba hacia adelante y hacia atrás sobre sus pivotes.
Un día, un cofre de madera vacío salió volando contra tres policías que se encontraban en el rellano de la casa y pronto se dieron cuenta de que lo que estaba ocurriendo en aquella casa era algo que estaba fuera de su conocimiento y control.
En una ocasión, se llamó a un médium espiritista, el Sr. Francis, y se llevó a cabo una sesión espiritista, pero aquello no hizo más que empeorar las cosas. Dos biblias, un libro ilustrado, una lata de ungüento y un mantel fueron arrojados por el dormitorio frente a los testigos. Siguió un período de tranquilidad que permitió a la familia recuperar un poco de descanso, pero a principios de septiembre el poltergeist regresó con fuerza. Un testigo informó que un reloj y varios otros artículos se movieron a una distancia de un metro y medio a través del dormitorio en su presencia.
Aquel mes, se desencadenaron los sucesos más violentos llegando incluso a sacar a John de su cama y depositarlo en el suelo. En ese momento, la Sociedad para la Investigación Psíquica con sede en Londres comenzó a interesarse y varios miembros fueron invitados a venir y observar el fenómeno por sí mismos. Un miembro fue el reverendo WH Stevens, un ministro metodista local, que fue nombrado investigador oficial de la sociedad. Al entrar en esta casa encantada fue recibido con un diccionario en la cabeza. Tras una noche de vigilancia el reverendo Stevens declaró lo siguiente:
«…vi que una mesa se movía hasta el centro del cuarto. Retrocedió y volvió a avanzar como un metro y medio rápidamente. Me dirigí hasta la mesa y pregunte ¿si puedes oír mi voz, da tres golpes? Tres fuertes golpes retumbaron en el suelo… Intenté mover la mesa para ver si tenía algún tipo de mecanismo pero me vi incapaz de moverla, era como si estuviera clavada al suelo pero luego se movía por la habitación por sí sola. John Glynn y un amigo suyo permanecían sobre la cama de la habitación y la actividad comenzó de nuevo. Varios objetos que había sobre el tocador fueron arrojados al suelo. Libros, bibelots y un despertador salieron disparados por el aire. El mantel de la mesa se rasgó de lado a lado y un cajón del tocador se salió de sus sitio y vertió todo su contenido sobre la cama…»
La teoría de Stevens, familiar en el mundo de lo paranormal, era que la fuerza responsable de todas estas manifestaciones estaba siendo ejercida, aunque sin saberlo, por el propio John Glynn. Fue el resultado de una acumulación de energía reprimida, como la que se encuentra en un adolescente, siendo utilizada por una entidad maligna. Después de cada exhibición de fenómenos, el «acumulador» que contiene esta energía -en este caso John Glynn- tardaba un tiempo en recuperarse antes del siguiente estallido. El reverendo Stevens descartó la posibilidad de que lo que estaba sucediendo pudiera ser algún tipo de engaño.
El señor Harold Crowther, un campesino escéptico de todas estas cosas, estando un día curioseando en la casa, lanzó su abrigo sobre el tocador diciendo; Si no lo quieres, devuélvemelo… El abrigo salió disparado de nuevo hasta donde se encontraba Crowther repitiendo aquello hasta tres veces consecutivas.
En ocasiones, hasta catorce observadores fueron testigos de la levitación de objetos domésticos, la rotura de porcelana y el vandalismo general. El techo de la cocina, que estaba justo debajo del dormitorio, comenzó a agrietarse y los listones de madera quedaron al descubierto. Los psicólogos y el resto de investigadores registraron la habitación noche tras noche para descartar fraude. En una ocasión, dos investigadores sujetaron a John Glynn de manera que no pudiera hacer nada. Otra vez los libros y los adornos del cuarto empezaron a volar en medio de la penumbra de la habitación. Al dar la luz, pudieron ver como una caja que contenía unos rompecabezas estaba levitando cerca del techo.
Con la creencia de que todo el asunto se estaba saliendo de control, la casa se cerró a investigadores y reporteros de prensa. Unos amigos invitaron a John Glynn a su casa en Frodsham, un pueblo cercano, donde organizaron un almuerzo al aire libre para intentar relajarlo un poco de la tensión y el sufrimiento. Uno de los invitados pudo ver como un vaso de limonada que se estaba sirviendo para John estalló en la mano de la anfitriona.
Un tiempo después de que cesaron los fenómenos, en algún momento de octubre, se reveló que el costo total del daño causado por el poltergeist de Byron Street y las propiedades circundantes -incluida una granja de cerdos vecina- se había estimado en £ 20,000.
Como es habitual en tales casos, no hubo una explicación satisfactoria de la causa de todos los problemas y daños causados. El investigador de la SPR (Organización Espiritualista Local) y los muchos investigadores psíquicos independientes no pudieron ponerse de acuerdo sobre el origen de los fenómenos, o sobre lo que podría haber hecho una familia corriente y tranquila para llamar la atención de alguna fuerza maligna para causar su daño, vengarse de su hogar y perturbar sus vidas de esta manera.
Los fenómenos cesaron tal y como empezaron y poco a poco la familia recuperó su ritmo de vida normal. Solo las grietas visibles en la estructura del techo de la cocina y de otras partes del edificio hacían recordar la crudeza de los acontecimientos de uno de los casos de Poltergeist más violentos y famosos de la historia. Hoy la casa existe en la actualidad, aunque ha cambiado de aspecto para intentar pasar desapercibida.
Cualquiera que desee leer un relato detallado de este caso sólo tiene que buscar los archivos del ‘Runcorn Guardian’ de agosto, septiembre y octubre de 1952, donde se registra la racha de diez semanas de extraños sucesos.
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CategoríaRelatos de lo Insólito
Me sigues impresionando. Enhorabuena