COLONIA INFANTIL GENERAL VARELA

COLONIA INFANTIL GENERAL VARELA

24 septiembre, 2016 25 Por Juan Carlos

Fue en una de mis rutas, cuando me dirigía al norte de la provincia burgalesa por la autovía A-62 cuando al poco de dejar de lado la población de Quintana del Puente, me percaté de que en la margen izquierda de la carretera, en la ladera de un pequeño monte, asomaba tímidamente la silueta de un monstruoso edificio en estado ruinoso.

Había pasado infinidad de veces por esa carretera y nunca me había fijado en aquello. Por la tarde, ya de regreso y habiendo tomado previamente el número del desvío que daba acceso a ese lugar, tome la salida número 53 en dirección a Valbuena de Pisuerga y a los pocos metros me tope con el camino de entrada.

Se trata del complejo de edificios que componían la Colonia Militar Infantil General Varela. Existió antiguamente en este lugar lo que en su día fue un Sanatorio Antituberculoso que fue construido por prisioneros de guerra y que abrió sus puertas hacia el año 1939. Algunas de las historias de amor más bonitas del pueblo se escribieron entre estos presos y las muchachas jóvenes de Quintana, forjando numerosas familias en la localidad. Todo su término ocupaba 25 Ha. En 1950 llegó a tener hasta 200 camas. Hacia el año 1955 se decidió remodelar el complejo y adaptarlo como lugar de estudio en régimen de internado para hijos de militares de entre 6 y 14 años, a los que, según parece, se les imponía una disciplina militar y religiosa muy dura.

El edificio principal en su estado original y en la actualidad.

Algunos de los testimonios de lo que allí acontecía no dejan lugar a dudas:

No guardo rencor a los monitores, que aunque a veces se pasaban con la dureza de los castigos, entiendo que si no la aplicaban, nos los comíamos por una pierna, pero lo que no perdono ni con la distancia de los años (reconozco que soy un resentido) es la violencia gratuita de las monjas contra los niños y la violencia psicológica que aplicaban.

Hemos visto como a los meones, les ponían las sábanas mojadas de orina como capa y les hacían dar un paseo con ella por el dormitorio de los mayores… ¿Hay algo peor para un niño?

Hemos visto a la monja en las duchas restregar con un estropajo en la piel hasta hacer sangre…

Hemos visto que tenías que estar medio desmayado para que sor Gloria dedujera que sí, que tenías fiebre, que el niño estaría mejor en la cama…

En pleno invierno algunos niños con pantalones cortos sin medios, tenían que estar en la calle, para no ensuciar los pasillos.

Y la comida, cuando se ponían las monjas en jarras a tu lado hasta que te lo comieras todo…

Vomitabas, otro plato… Se dio el caso de hacer comer el vómito… Lo dicho, unas santas.

Jesús Sanz Mínguez: http://www.quintanadelpuente.com/relatos.htm

 

Este lugar reportó, a pesar de sus problemas con el ayuntamiento del pueblo por negarse a pagar impuestos, beneficios económicos a la villa por los puestos de trabajo que mantuvo durante mucho tiempo. De el llegaron a depender 70 familias del pueblo, por lo que se decidió construir dentro del complejo viviendas para los trabajadores y una escuela primaria independiente (1952) para sus hijos y vivienda para los maestros.

Al cuidado de los niños se encontraban las Madres Mercenarias de la Caridad, que traían sus rezos, cuidados y maneras a cuantas mujeres y hombres trabajaban en aquellas dependencias: jardineros, cocineros, maestros electricistas, calefactores, albañiles y otros tantos oficios que crecían entre aquellas paredes. Eran las mismas monjas que en su día se encargaron de estar al cuidado de los enfermos de tuberculosis en estas instalaciones.

El lugar se compone de varios edificios hoy en ruinas. El principal, el más deteriorado, donde hay zonas con peligro inminente de derrumbe, es el que albergaba las clases, la biblioteca, las habitaciones, la capilla, el comedor, la cocina y algunos despachos. Básicamente donde se desarrollaba la actividad principal del centro.

En uno de los despachos se amontonan boletines oficiales del estado, algunos manuales del ejército y algo de documentación del centro.

Junto a este edificio están las pistas deportivas y en la parte trasera se sitúa lo que parece que en su día fueron talleres, cocheras y hasta una cochinera. Otro de los edificios albergaba el teatro, donde tan solo un par de asientos resisten malamente el paso del tiempo.

Entre los jóvenes circulaban aterradoras leyendas que interrumpían su descanso nocturno con más de una pesadilla, como la que comentaba que por las noches, por los largos pasillos de aquel lugar, vagaban los espíritus de las monjas que había enterradas bajo el gimnasio. ¿Cosas de niños? En un borde de la ladera del monte se adentra en el terreno una excavación de pequeñas galerías que servían de polvorín.

En medio de la ladera del monte y alejado de las construcciones se encuentra una especie de horno posiblemente utilizado para quemar basura. Un poco más arriba encontré una desconcertante chimenea que sobresale de la tierra cuyo origen desconozco y cuya finalidad no acierto a entender.

La Colonia cerró sus puertas en 1988 quedando bajo custodia en principio por algunos militares. El complejo salió a subasta en varias ocasiones, pero la falta de interés hizo que con el paso del tiempo, las instalaciones cayeran en el olvido hasta llevarlas a la ruina que presentan hoy. Otro de los edificios que se encuentra apartado del resto es la Casa Chalet del Alto Mando, frente a la cual se sitúan las piscinas.

Gran parte del deterioro que presentan los edificios se debe a la actuación de los vándalos y ladrones que han destrozado todo cuanto encontraban a su paso, poniendo incluso su vida en peligro para cortar y llevarse las vigas metálicas de los forjados. Los bloques de edificios que albergaban a las familias que aquí trabajaban son los que en mejor estado están y en sus sótanos aún se encuentran enseres abandonados y prensa de la época.

Hasta aquí mi visita a este singular lugar con el que me topé casi por casualidad, al que he querido dedicar este pequeño artículo y que espero sea de interés para los amantes de los lugares abandonados.